jueves, 27 de noviembre de 2008

ARRIESGARSE

ARRIESGARSE


Reir es arriesgarse a parecer un tonto
Llorar es arriesgarse a parecer un sentimental
Tender la mano es arriesgarse a involucrarse
Expresar tus sentimientos es arriesgarse a revelar tu verdadero yo
Exponer tus ideas y tus sueños ante una multitud es arriesgarse a perderlos
Amar es arriesgarse a no ser correspondido
Vivir es arriesgarse a morir
Esperar es arriesgarse a la desesperanza
Intentar es arriesgarse a fallar

Pero los riesgos deben ser corridos
porque uno de los peligros más grandes de la vida
es no arriesgarse a nada.
Los que no arriesgan nada, no hacen nada,
no logran nada y se convierten en na da.
Pueden evitar el sufrimiento y la tristeza,
pero no pueden aprender, sentir, cambiar, crecer,
amar o aún vivir.
Encadenados a sus dudas, son esclavos,
han perdido su libertad.

Solamente una persona que arriesga todo
lo que no puede tener
para obtener todo aquello que nunca puede perder...
es verdaderamente libre.

(Extraído del libro: "CAMBIO DE BASTÓN", de Peter Lyne).


¿CUÁL ES LA MEDIDA RAZONABLE DEL RIESGO?

Y sí, me tengo que arriesgar más.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Mirada retrospectiva a una página de mi vida

IN YOUR FREEDOM

I search for You
God of strength
I bow to You
in my brokenness

And no other King
could have so humbly come
To save my soul
and heal my heart

I have nothing more
than all You offer me
There is nothing else
that’s of worth to me

And I love You Lord
You rescued me
You are all that I want
You’re all that I need

I pray to You
God of peace
I rest in You
my cares released

I have nothing more
than all You offer me
There is nothing else
that’s of worth to me

And I love You Lord
You rescued me
You are all that I want
You’re all that I need

In Your freedom I will live
In Your freedom I will live
I offer devotion, I offer devotion



Recuerdo como si hubiera sido ayer aquellas largas caminatas en La Plata a fines de noviembre y principios de diciembre del año pasado, , escuchando esta canción de Hillsong en mi MP3. Sabía que una burbuja estaba a punto de romperse, vislumbraba el desierto que se venía, percibía que mi regreso no iba a ser fácil y que la vida que me esperaba de allí de adelante iba a ser muy distinta a la que había vivido de allí hacia atrás. Esta música desahogaba, en melodía y letra tal vez, el dolor de un corazón que estaba enfrentando una batalla, que estaba descubriendo un rumbo que no sabía cómo seguir.Podía cantar con Marty Sampson: "I love you, Lord. You rescued me. You are all that I want, You're all I need", porque tal vez, ninguna otra canción que pudiera cantar o no había otro refugio al cual pudiera recurrir ni nada más a lo que pudiera aferrarme.El viento del otoño empezaba a soplar y mi corazón estaba empezando a quedarse sin hojas. Seco. Vacío. Y realmente, aquel tiempo fue así.Solo me quedaba la promesa de la final de la canción: "In your freedom I will live. I offer devotion", porque sabía que Dios me había llamado a libertad, que así como vino, el desierto pasaría, dando lugar a un tiempo de refrigerio, gozo y bendición. Pero mientras tanto, debía atravesarlo con la valentía que demandaba mi posición de hijo de Dios, que estaba siendo probado (tengo la convicción de que así era).
Y las cosas ocurrieron tal como sabía que iban a ocurrir. El retorno fue inevitable. Dejé Argentina, el lugar donde Dios había marcado un nuevo comienzo en mi vida y, aunque traté de convencerme a mí mismo, era bastante evidente que no iba a volver como lo planeaba. El retorno fue poner dar el primer paso en el arenal del desierto. No se veía ningún horizonte de cómo iba a poder salir de allí. Encontraba en las canciones de Alex Campos algún reflejo de mi interior. "Ay de aquellos días en que hizo frío, el sol no apareció"... No quería, pero el sonido del silencio era lo que podía escuchar, y aquella noche fría no podía evitar... ¡Estaba en medio de ella!No puedo negar que la música fue un sostén de valor inapreciable en ese momento. ¡Cuántos temas de Hillsong, Alex Campos y Jesús Adrián Romero eran como un espejo para mí o como un atajo que me conducían directamente a la presencia de Dios! ¡Qué hubiera sido de mí sin el oasis de su presencia, cuando su Espíritu me reconfortaba y me animaba a seguir, aunque no sabía hacia dónde! Aunque no fue fácil, canté en mi tarde gris.
Fuera de eso y de pocas personas que estaban a mi lado y contaba con ellas, la soledad fue una de mis principales compañeras y la tristeza una de mis más reticentes enemigas. Mas dentro de todo y por sobre todo, la compañía del Espíritu Santo era suficiente, que me ministraba de una forma impresionante a través de temas que aquellos grupos y músicos que mencioné.
Mi mundo realmente se estaba haciendo pedazos. Lo que había construido en los últimos cinco años de mi vida estaba siendo socavado por la tormenta más fuerte que había experimentado en mi vida - sin que tal vez nadie lo notara en esencia -, para que todo lo temporal y accesorio pasase y solamente quedase lo eterno, inalterable y verdadero. Así fue. Solo quedó Dios, su Presencia, su Espíritu, su Palabra, el fundamento de mi fe. Todo lo demás pasó, dejando una sensación de "el día después de mañana", porque cuando la tempestad pasó, todo había que recomenzar, mi vida era como una máquina que hizo Reset. No había nada, excepto el fundamento. Necesitaba reedificar, de las ruinas, una persona nueva, una identidad nueva, un "nuevo edificio de mi personalidad".
Así como mucha gente fue usada por Dios - siempre indirecta o tácitamente - para derribar y reedificar, tanto en Argentina como en Paraguay, tantas cosas de mi vida, la primavera empezó a hacer sentir sus frutos sin que yo me diera mucha cuenta de ello. Muchas tardes siguieron haciendo frío, muchos días todavía el sol no amanecía, pero como toda transición, los cambios se fueron dando de forma impercetible, y me animo a decir, hoy, que aquella tormenta ya es "como aguas que pasaron", hablando en términos bíblicos del profeta Isaías.
Hoy la reconstrucción sigue su curso normal, no creo que nunca termine, pues el día que termina, muere... y la Biblia me enseña que la obra de Dios, Él mismo la va perfeccionando hasta el día de Jesucristo. Hoy soy nuevo. Hoy estoy sano. Hoy veo las cosas de una forma diferente. Hoy mi fe está fuerte, está firme. Fue probada y hallada sin falta.
Los amigos y amigas que hice este año y el año pasado, y los momentos distendidos que viví fueron claves y fundamentales para toda esta etapa, donde aprendí a ver la vida con otros lentes, y a pisar la tierra con otros calzados, o sin ciertos calzados. A todos ellos y todas ellas, muchas gracias, aunque no lo sepan o recién se enteren leyendo esto.
Este año, a través de las crisis, descubrí mi fragilidad y debilidad propias de mi humanidad, a la par que pude afirmar, con conocimiento de causa, que al igual que el apóstol Pablo, "cuando soy débil, entonces soy fuerte" (2 Corintios 12:7).
Desde una mirada retrospectiva, aunque no sea Frank Sinatra, "estoy mirando atrás y puedo ver mi vida entera". Solo me resta darle gracias a Dios, porque aunque en su momento costó a la razón entender los tiempos, se trataba la voluntad de Dios, fui transformado y hoy estoy renovado. "Lo que no te mata te hace más fuerte". Estoy más fuerte, más firme, con más convicción y más deseos de servir a Dios, porque lo mejor... está hacia adelante y está por venir.