lunes, 15 de junio de 2009

Arriesgarse

Este poema - creo que ya lo mencioné en una entrada anterior - lo leí en un libro que marcó bastante mi forma de pensar. El título del libro, "Cambio de bastón" (Baton change, the next generation); su autor, Peter Lyne.

Puedo decir que marcó un hito en mi peregrinar como persona y como hijo de Dios, y traza un rumbo que debo asumir para conquistar las promesas de Dios para mi vida.

Después de mucho, conseguí la versión original del poema en inglés.

A continuación, lo transcribo en español y en inglés.


"To laugh is to risk appearing the fool,
To weep is to risk being called sentimental.
To reach out to another is to risk involvement.
To expose feelings is to risk showing your true self.
To place your ideas and your dreams before the crowd is to risk being called naive.
To love is to risk not being loved in return,
To live is to risk dying,
To hope is to risk despair,
To try is to risk failure.
But risks must be taken, because the greatest risk in life is to risk nothing.
The person who risks nothing, does nothing, has nothing, is nothing, and becomes nothing.
He may avoid suffering and sorrow, but he simply cannot learn, feel, change, grow or love.
Chained by his certitude, he is a slave; he has forfeited his freedom.
Only the person who risks is truly free."

-- Janet Rand


ARRIESGARSE
-----------

"Reir es arriesgarse a parecer un tonto
Llorar es arriesgarse a parecer un sentimental
Tender la mano es arriesgarse a involucrarse
Expresar tus sentimientos es arriesgarse a revelar tu verdadero yo
Exponer tus ideas y tus sueños ante una multitud es arriesgarse a perderlos
Amar es arriesgarse a no ser correspondido
Vivir es arriesgarse a morir
Esperar es arriesgarse a la desesperanza
Intentar es arriesgarse a fallar

Pero los riesgos deben ser corridos
porque uno de los peligros más grandes de la vida
es no arriesgarse a nada.
Los que no arriesgan nada, no hacen nada,
no logran nada y se convierten en nada.
Pueden evitar el sufrimiento y la tristeza,
pero no pueden aprender, sentir, cambiar, crecer,
amar o aún vivir.
Encadenados a sus dudas, son esclavos,
han perdido su libertad

Solamente una persona que arriesga todo
lo que no puede tener
para obtener todo aquello que nunca puede perder...
es verdaderamente libre"..

miércoles, 3 de junio de 2009

TIEMPO SEGURO DE ESPERA

“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis”
(Jeremías 29:11)


Cuando el profeta Jeremías escribía estas palabras, lo hacía en el contexto de una carta dirigida a los israelitas que se encontraban deportados en Babilonia, tras la conquista y saqueo del reino de Judá a manos de Nabucodonosor. Las circunstancias no eran fáciles y las esperanzas de la restauración eran remotas o, en términos humanos, prácticamente imposibles.
Babilonia era el imperio más poderoso de la tierra y ante Nabucodonosor temblaban los pueblos. Hasta la misma Biblia cuenta que se lo llamaba “rey de reyes” (Daniel 2:37). Pero esto no pasaba desapercibido en el cielo. Dios mismo, el verdadero Rey soberano sobre todos los reyes, había permitido, a causa de la desobediencia de su pueblo, que cayeran en manos de este rey impío. Sin embargo, él no había olvidado su pacto y al remanente apartado del mal que había quedado en medio de ellos.
Muchas veces he escuchado mensajes motivaciones con este versículo, y de veras que lo es. Tal vez, ninguno de nosotros hoy atravesamos por la humillación que para un pueblo significaba la deportación a un pueblo con cultura extraña y pagana, y la destrucción del Templo y la ciudad de Jerusalén.
Mas, a pesar de esto, Dios no abandona a su pueblo, que se sumergía en la desesperanza y la confusión, a causa de falsos profetas, y le anuncia que en setenta años, volverían a su tierra y serían restaurados, y que mientras ese tiempo no llegara, les manda que habitaran tranquilos y seguros en Babilonia y que se edifiquen casas.
Imaginate… ¡SETENTA AÑOS! No te digo que en tu vida también sean setenta años, sino que la conclusión a la que llego es que, por lo general, los plazos en los cuales Dios hace lo que nos promete, resultan ser más largos de los que nosotros, en su nuestra impaciencia, pensamos. Pero Dios dice y lo cumple. Y a los setenta años, como leemos en el capítulo 1 de Esdras, inicia el retorno de los judíos a su tierra y la restauración de este pueblo.
Así como los israelitas de entonces, hoy nosotros tenemos maravillosas promesas de Dios para nuestra vida, mas, aunque tal vez no tarden específicamente setenta años, probablemente las cosas no las veremos de la noche a la mañana, sino en el tiempo preciso y oportuno (gr.: kayros) de Dios, el cual la mayoría de las veces, desafía nuestro deseo de tener el control de las cosas y de ver resultados inmediatos. Te aseguro que no es nada fácil.
Para ello, tenemos a la Palabra de Dios, la que nos anima a que nos anclemos a la promesa y permanezcamos firmes, de manera a que mientras el “plazo de espera” transcurre, habitemos seguros, tranquilos y confiados, sabiendo que “FIEL ES EL QUE OS LLAMA, EL CUAL TAMBIÉN LO HARÁ” (1 Tesalonicenses 5:24).