lunes, 28 de junio de 2010

HONRA

Sabemos que debemos honrar a Dios, a nuestros padres, a nuestros líderes y autoridades, a nuestra Patria.
Creemos que honramos a Dios porque vamos a la iglesia y cantamos alabanzas. Creemos que honramos a nuestros padres porque somos obedientes en lo básico. Creemos que honramos a nuestros líderes y autoridades porque acatamos las reglas. Creemos que somos patriotas porque nos gusta ser hinchas de nuestro país en competencias deportivas o haciendo alarde de cosas frente a otros países.

Todas esas cosas están bien, como estaba bien todas las cosas que el joven rico dijo a Jesús que hacía. Pero lo esencial no está en lo que está bien, sino en lo que hace al concepto, a la sustancia.

Estuve buscando las definiciones de la palabra "HONRA" en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y entre los significados que se presentan, me llamó la atención éste:

"Buena opinión y fama, adquirida por la virtud y el mérito".

Analizando esto, puedo entender que una de las mejores maneras de HONRAR a quienes debemos hacerlo es dándoles buena opinión y fama... y eso lo hacemos a través de nuestro testimonio.

En la Biblia, leemos que Jesús dijo:

"Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos"
(Mateo 5:16)

De este pasaje, podemos extraer ese principio.

Nuestras buenas obras, nuestras actitudes, nuestro testimonio ante la gente hace que el nombre de nuestro Padre Celestial sea honrado. Nuestro testimonio le genera honra.

Esto se aplica a DIOS y a todos a quienes debemos honrar.

Cumplimos el cuarto mandamiento dando un buen testimonio de vida ante los demás, y eso genera honra hacia nuestroa padres, quienes de esa manera solo recibirán elogios por causa de nuestra conducta, y por ende, HONRA.

Nuestros líderes y autoridades recibirán honra al oír de nuestro buen caminar en Cristo y cómo genera un impacto en la vida de las personas.

Nuestro querido país recibirá HONRA cuando sus hijos, sus habitantes, lleven una vida de rectitud e integridad y de esa manera, su nombre pueda limpiarse y enaltecerse entre las naciones.
Teniendo en cuenta la sensibilidad del tema, también vale la pena decir que no somos patriotas ni honramos a nuestro país por el solo hecho de vestir la Albirroja, o de alentar y celebrar a nuestra selección en un Mundial... sino cuando somos dignos hijos del Paraguay que, con nuestro actuar, ponemos en alto la tricolor.

Y, por sobre todo, NUESTRO BUEN DIOS será honrado cuando nuestro diario caminar refleje su amor y presencia en todo lo que hacemos, de manera que cualquiera que nos conozca u observe, pueda ver solamente a EL en nuestras vidas y a través de ello, su Nombre sea glorificado.

LA HONRA no se basa precisamente en pequeños o aislados actos de reconocimiento, o en determinadas fechas del año.
Es un constante estilo de vida que refleja de dónde provenimos y muestre la gloria de quien está detrás de nosotros, dentro de nosotros.

Sí, al ver las personas el obrar de Dios en nosotros, podrán glorificar Su Nombre.

Eso es dar buena fama.
Eso es HONRA.

martes, 27 de abril de 2010

De regreso a la vida cotidiana

El 17 de abril, a la noche, pisé de vuelta, el suelo paraguayo tras cuatro meses de ausencia. Si bien ya sentía la ansiedad de volver durante los últimos días en Estados Unidos, me generó un shock emocional estar de vuelta en mi país, regresar a la vida cotidiana.

La vida de "turista", por llamarla así, que estuve llevando en Estados Unidos se convirtió ya es costumbre para mí. Dicen que un hábito toma 30 días en consolidarse. Yo estuve 121 días en EE. UU., es decir, me adapté a un estilo de vida distinto.
Volver a casa y adaptarme a lo que era y es mi vida aquí me sigue costando mucho.

Siento que acá todo es distinto. Me cuesta aceptar que las cosas no funcionen aquí con la misma eficiencia que allá. Me cuesta aceptar que tengo que pertenecer a algo, cuando que estando allá, me sentía tan libre, que no era de nadie, sino podía volar a donde me lleve el viento, por expresarlo de una manera. Desarrollé de vuelta un sentido tan amplio de mi libertad, de poder irme de un lugar para otro, sin que nadie esté pendiente de mí... y no puedo negar, me encantó. Me gustó no ser de nadie, solo de Dios. Me gustó no pertenecer a ningún lugar, sino ser un aventurero de la vida.

Aquí no puedo ser así. Aquí pertenezco a una familia, a un grupo, a una sociedad, a un país. Aquí vivo con mi familia, hay reglas de convivencia que cumplir. Aquí tengo que ser la persona que siempre fui... y cuesta volver a ello cuando ya te habías desacostumbrado a esa situación.

A una semana y media de haber vuelto, todavía me siento raro y lentamente voy adaptándome a lo que es mi vida cotidiana. Estoy tratando de ponerme al día con la Facultad, viendo qué voy a hacer con mi vida laboral, pidiéndole a Dios que me abra puertas, y encomendándome a su voluntad.

martes, 2 de marzo de 2010

Un viaje para recordar

El pasado sábado a la noche partí rumbo a la aventura que estuve planeando y organizando desde hace un mes atrás... un viaje a Aspen, Glenwood Springs y Colorado Springs, acompañado de un grupo de amigos del seasonal staff de la YMCA: Diana (paraguaya), Jed (americano), Juan (argentino-paraguayo) y Conti (chilena).

Inicialmente, el plan era irnos entre 14 personas, pero poco a poco, las personas fueron desertando y finalmente quedamos un número excelente para disfrutar juntos del recorrido: 5.

El objetivo, en principio, era Aspen, y secundariamente Colorado Springs. Pero como conseguimos un hostel barato en Glenwood Springs, una ciudad que está cerca de Aspen, nos quedamos allí y pasamos más tiempo en ese lugar que en Aspen, debido a que era más accesible en todo sentido.

Así que el sábado a la noche llegamos a Glenwood Springs, paseamos, recorrimos. El domingo fuimos a Aspen a pasar la mañana y la siesta, volvimos a Glenwood y fuimos a Glenwood Cavern Adventure Park, para recorrer cavernas, subirnos en teleférico a las montañas y participar de los juegos de aventura alrededor de las altas montañas, con una vista única y privilegiada.

Luego de descansar, nos fuimos a cenar pasta en un restaurant de comida italiana, lo que dio un toque más especial aún a nuestra estadía en ese pequeño pero mágico pueblo.

Al día siguiente, lunes 1 de marzo, participamos un poco retardados rumbo a nuestro último destino: Colorado Springs, pero finalmente llegamos a hora para conocer la Academia de la Fuerza Aérea y el indescriptible parque de rocas "Garden of the Gods", para luego ir a disfrutar de una riquísima merienda en Starbucks Coffee.

El grupo de personas hizo al viaje más inolvidable e interesante, pues al ser pocos y todos amigos, la pasamos muy bien.

Vale decir que en los trayectos Estes Park-Glenwood Springs, Glenwood Springs-Colorado Springs y Colorado Springs-Estes Park, me tocó manejar el auto de Jef - "Sandy", por trayectos de 2 horas aproximadamente, lo cual hizo que la aventura y la emoción fueran mayores. Lo hice bien, a pesar de estar nervioso, creo yo... jaja... mucho miedo tuve, pero al menos todos salimos ilesos.

Y así, el lunes a la medianoche, estuvimos de regreso en Estes Park, tras haber contemplado aún más las maravillas de la hermosa creación de Dios en Colorado, Estados Unidos.

Creo que esta es una de esas experiencias que uno nunca olvida en la vida, un viaje para recordar, una aventura inolvidable.

domingo, 7 de febrero de 2010

Cómo transmite el mundo su sistema de valores

Semanas atrás, vi la película "The notebook", más conocida en el mundo hispano como "Diario de una pasión", luego de haber transcurrido bastante tiempo desde que tenía en mente verla. Linda, interesante, emocionante, romántica. Pero, luego de un profundo análisis que en base a ella hice, llegué a la conclusión de que no me gustó.

La película narra una historia donde la fuerza del amor triunfa más allá de los obstáculos, el tiempo y la distancia, manifestándose de una manera intensa y apasionada. Pero en el contenido del sándwich, introduce lo que el mundo trata de transmitir siempre: un sistema de valores (o antivalores), un código de conducta, una perspectiva de la vida. En este caso, la fornicación, pues como parte del amor, la pareja de la película tiene relaciones sexuales, sin que se consume esto bajo ningún concepto matrimonial ni que se haga énfasis en esto, como la Biblia enseña.

Es sabido que la sociedad contemporánea no sólo tolera, sino acepta como el estilo de vida más regular el tener relaciones sexuales prematrimoniales. Ni siquiera es cuestionado, como lo era hace relativamente pocas décadas atrás. Es normal para el mundo, podríamos decir que es elemento esencial del "amor" (entre comillas) y de toda "relación de pareja".

Y el modo a través del cual este paradigma se introduce y se consolida en las mentes de las personas, principalmente de los jóvenes y adolescentes que van descubriendo y construyendo su identidad, es a través de los medios de comunicación.

No soy un experto en sociología ni psicología, así que no soy apto para brindar datos estadísticos; sin embargo, sí puedo decir que un joven y adolescente contemporáneo constantemente ve constantemente películas, de forma muy regular. Es parte de la cultura cybernética y de los medios. Tal vez, además vea programas de televisión o series, en la mayoría de los casos, productos multimedia importados de "países de primer mundo" y también locales.

A través de todas estas vías, va siendo expuesto al contenido, muchas veces (la mayoría) interesante y entretenido, que los medios muestran, mas recibiendo de por medio el mensaje moral que ellos transmiten. En consecuencia, si su "sistema de valores y principios" no se refuerza con la misma o mayor intensidad, lentamente éste último se va debilitando ante la presión más persistente de aquel. Esto, como que dos y dos son cuatro.

Esta es la manera a través de la cual el mundo transmite su sistema de valores, su código de conducta. A través de la exposición constante de estilos de vida contrarios a la Palabra de Dios, a través de medios que aparentan inocentes y socialmente aceptados, tales como una romántica película como la mencionada. Nuestra mente así, resulta, bombardeada de información errada, si es que no tenemos el escudo de la fe para defendernos.

Al respecto, asocié esta reflexión con una reunión que tuve, meses atrás, acerca de un asunto jurídico académico, donde mencionaban que en el caso en estudio, la regla no se aprendía leyendo el artículo de una ley que lo dijera, sino sentencias donde se resolvían casos análogos, pues de tanto familiarizarse con la materia, implícitamente uno iba aprehendiendo la regla. Lo mismo - pienso - ocurre con lo que atañe a los principios y valores.

La Biblia es clara al respecto, cuando en Santiago 4:4 dice que la amistad con el mundo constituye enemistad con Dios. Mientras digo esto, no hablo de fomentar el aislamiento o la "monasterización" del cristianismo, sino de fortalecernos en el Señor y en su fuerza.

Cuando Jesús oró por sus discípulos (Juan 17), no pidió al Padre que los sacara del mundo, sino que los guardara del mal. Esto es clave. Necesitamos desarrollar raíces profundas en la Palabra de Dios, de manera a que nosotros y la generación que nos sigue tenga la suficiente madurez para adoptar una aptitud crítica ante el mundo que le rodea y los eventos que se suscitan. Es preciso que sepamos implementar un "filtro" moral para discernir lo que es bueno y lo que es malo, frente a toda información que recibamos. Esa es una característica de los hijos de Dios, los guiados por el Espíritu (1 Corintios 2:15), de manera a que seamos luz en las tinieblas, y la luz que hay en nosotros no sea también tinieblas (Lucas 11:35).

AMOR vs. LEY

¿Dónde encuentra el pecado su fuerza? La mayoría diríamos, de entrada, que en la naturaleza caída que heredamos de Adán. O tal vez, en el mundo, o en Satanás. Esto no es lo que la Biblia enseña.

En 1 Corintios 15:56, se nos dice: "Ya que el aguijón de la muerte es el pecado y el poder del pecado, la ley".

¿En la ley se encuentra el poder del pecado? Sí, eso es lo que la Biblia enseña y lo cual estuve meditando a partir de la lectura de un libro de John Bevere, el cual recomiendo: "Prohibido el paso al enemigo".

Como creyentes, muchas veces transformamos el cristianismo en un estilo de vida de reglas y prohibiciones. Es decir, un código de conducta, una ley a la cual nos sometemos o, al menos, deberíamos someternos.

A través de una reflexión post libro, y pidiendo la guía del Señor, llegué a la conclusión de que en numerosas ocasiones, la causa de la rebeldía a Dios se fundamenta en un paradigma de LEY con respecto a la obediencia de su Palabra. La concepción de norma, de ley, por lo general, inspira el deseo de transgresión. Esto lo avala la misma Biblia.

El apóstol Pablo, en Gálatas 5:18 dice: "Mas si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley". Esto es claro. NO nos damos cuenta que si somos hijos de Dios, nuestro punto de partida para la vida en Cristo no puede ser el sometimiento a una ley. Al decir esto, no me refiero a ignorar la Palabra del Señor y vivir libertinamente, sino a que nuestro enfoque debe ser otro.

Nuestra consagración y nuestra santidad deben ser consecuencia de nuestro profundo amor al Señor y a Su Palabra, lo cual siempre solo puede ser fruto de una relación cercana y personal con El. Jesús dijo: "Si me amaís, guardad mis mandamientos" (Juan 14:15).

Aquí hay una correlación directa entre amor y obediencia. La obediencia es fruto del amor. No de la ley. Al menos, con Jesús no puede ser así.

Mientras enfoquemos nuestro caminar de fe en el sometimiento a normas, basados en un paradigma de ley, solo sentiremos condenación, fracaso, y finalmente, la rebeldía brotará.

Pero si cultivamos y profundizamos una intimidad cercana con nuestro Dios, la obediencia florecerá en nuestras vidas a causa del amor que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado (Romanos 5:5).

Si el poder del pecado está en la ley, la fuerza de la obediencia está en el amor.

Cambiemos de perspectiva.

sábado, 9 de enero de 2010

En directo desde lo alto de las montañas

De repente pienso que es un sueño, pero ya hace 3 semanas desde que estoy en Estados Unidos. A veces, parece como que ya hiciera mucho más tiempo el que haya trascurrido por lo que adaptado que estoy, aunque a veces al despertarme siento que me voy a encontrar con mi pieza y mi vida de Paraguay.
Pero acá estoy, a más de 7000 pies de altura, en las hermosas Montañas rocosas de Colorado (Rocky Mountains), trabajando en Estes Park Center, de la YMCA of the Rockies. Y voy a estar acá mismo por varios meses.
Fue el cumplimiento de un ideal, como me dijera una persona a la que quiero mucho en la dedicatoria de un libro que me regaló antes de partir. Sí, fue eso y mucho más. Fue la apertura a una nueva experiencia, a una nueva prueba, a una nueva bendición, a un nuevo desafío.
Es importante aclarar que muchas cosas todavía no entiendo. Divagues existencialistas, momentos de reflexión, pequeños espacios donde aprovecho para encontrarme conmigo mismo y buscar a Dios.
Sé que todo lo que Dios hace es perfecto a su tiempo, y que todo tiene su momento. NO alcanzo a comprender todo lo que implica esta experiencia aún, pero sé que es demasiado temprano para hacerlo y que las experiencias que se vayan dando se irán encargando de demostrármelo.
Mi trabajo es, de repente, un poco monótono, pero la calidad de personas que me rodean hace que se pueda obviar lo primero para disfrutar lo segundo.
Extraño mucho a mis amigos y a las personas que me rodeaban en Paraguay. No puedo negar que me siento, de repente, un poco y bastante solo. No es lo mismo iniciar nuevas relaciones en estas semanas que llevo acá y ya tener la misma confianza que no creo tampoco que llegue a tener aquí. Me dan muchas veces ganas de gastarme todo el saldo que tengo de la tarjeta telefónica llamando a Paraguay, pero no me da el tiempo, la tacañería me gana y además, sé que estoy acá y tengo que disfrutar. No puedo tener el corazón todo el tiempo en Paraguay.
En cuanto a mi vida espiritual, estar acá también implica toda una prueba y desafío. No puedo asistir (al menos hasta ahora) a una iglesia como a la que yo estoy acostumbrado, no estoy rodeado de un ambiente que me impulse a edificiar y fortalecer mi fe y mi relación con Dios, aunque por sobre todo, sé que Dios mismo está conmigo.
Estar rodeado de un ambiente secular implica un prueba, por supuesto. Significa no dejarte influenciar, sino al contrario, influenciar en los demás, guardar el corazón, los pensamientos, entender que uno está en el mundo sin ser del mundo, que el llamado de santidad de Dios a mi vida sobrepasa cualquier prueba, tentación u oferta que el mundo pueda plantearme. Demanda ser LUZ en la oscuridad, resplandecer con el amor y la Palabra de Dios... y eso sí cuesta, porque tendemos por lo general (yo, al menos) a mantener mi devoción pero guardándomela para mí mismo, cuando que Dios nos llama a sembrar la semilla.

Ah, otra cosa. Quiero resaltar también asimismo pensamientos que estuvieron circulando en mi cabeza en estas semanas a raíz de situaciones que se fueron dando.
Estuve leyendo un libro de JOhn Bevere llamado "Prohibido el acceso al enemigo", que fue de mucha bendición y edificación a mi vida. En uno de sus capítulos, hablaba acerca del poder de la rebelión, refiriéndose a que "El poder del pecado es la ley", como dice la Biblia en 1 Corintios 15:56.
En base a este versículo, estuve meditando y llegué a hipótesis o conclusiones que me parecen bastante interesantes, Este versículo me llevó a considerar la vida de una persona a la que conocí aquí, que se educó en un colegio cristiano en Paraguay, pero sin pertenecer a mi iglesia, y la de otras personas que estudiaron en el mismo colegio, pero bajo la estructura religiosa de sus familias y la iglesia.
Esta primera lleva una vida bastante interesante, ejemplar y moral, sin que pueda observar en su vida esta semilla de la rebelión. Su vida, me animo a decir, habla mucno mejor que la de algunas personas que recibieron una educación cristiana más fuerte. Sin embargo, muchas personas educadas bajo la estricta fe cristiana, solo reciben imposiciones de cosas que deben hacer y que no deben hacer, porque estan bien o porque estan mal, sin que se deje espacio a su libertad para decidir o para reflexionar y obedecer por convicción. Esto genera rebeldía y no obediencia. Dios busca obediencia por amor, no robots.
¿Por qué? Porque enfocamos demasiadas veces la educación cristiana en reglas, leyes y canones a los cuales debemos adecuarnos y pretendemos imponérselos a las personas, cuando que fuera de nuestro ambiente, las cosas no son así.
La Biblia es clara cuando dice que el poder del pecado no es la carne, la naturaleza pecaminosa, sino la ley misma. Mientras sigamos enfatizando nuestra educación cristiana en LEYES, estaremos generando rebelión. Cuando impulsemos la obediencia por el amor, fruto del conocoimiento de Dios, lograremos los resultados de la santidad que Dios demanda de nosotros y de las generaciones que nos entrega.

También aprendí otra cosa en estos días jugando ajedrez. Juego demasiado a la defensiva. Y me di cuenta que esto no se limita al ajedrez, sino a la vida misma. Siempre trato de defender algo, defenderme de algo, esperar la reacción de la otra persona para protegerme... Eso me hace daño. Así como perdí tres partidos de ajedrez de seguido, por jugar con esa táctica, cuando que tuve claras oportunidades de ganar en un principio, en la vida personal (en las otras áreas, no - aclaro -), píerdo demasiadas oportunidades de ganar por jugar con miedo, por no avanzar, por buscar el statu-quo defensivo, antes que ir a la conquista y a la ofensiva. Le pido a Dios que me ayude a desarrollar esa área del carácter que me falta.
Parte de mi plan es buscar técnicas para jugar mejor ajedrez e ir desarrollando ese paradigma de pensamiento a partir de acitividades simples y ociosas como jugar ajedrez aquí, lo cual me entretiene mucho.

En fin, me explayé bastante pero creo que expresé todo lo que tenía en mente.

Tengo muchas expectativas de lo que mi amado Padre Celestial haya hacer conmigo aquí y de lo vaya a vivir, y por sobre todo, tengo la certeza en la confianza de que cumplirá su propósito en mí y no desamparará la obra de sus manos. Y su voluntad, como dice Romanos 12:2 es buena, agradable y perfecta.

Ayer comencé el viaje espiritual de 40 días con el libro de Rick Warren: "Una vida con propósito". De entrada, ya me impresionó bien y empezó a dar respuestas a muchas de las interrogantes que hace tiempo tenía en mente.

Seguiré escribiendo más (espero), desde aquí, en directo desde lo alto de las montañas: Estes Park, Colorado.