sábado, 9 de enero de 2010

En directo desde lo alto de las montañas

De repente pienso que es un sueño, pero ya hace 3 semanas desde que estoy en Estados Unidos. A veces, parece como que ya hiciera mucho más tiempo el que haya trascurrido por lo que adaptado que estoy, aunque a veces al despertarme siento que me voy a encontrar con mi pieza y mi vida de Paraguay.
Pero acá estoy, a más de 7000 pies de altura, en las hermosas Montañas rocosas de Colorado (Rocky Mountains), trabajando en Estes Park Center, de la YMCA of the Rockies. Y voy a estar acá mismo por varios meses.
Fue el cumplimiento de un ideal, como me dijera una persona a la que quiero mucho en la dedicatoria de un libro que me regaló antes de partir. Sí, fue eso y mucho más. Fue la apertura a una nueva experiencia, a una nueva prueba, a una nueva bendición, a un nuevo desafío.
Es importante aclarar que muchas cosas todavía no entiendo. Divagues existencialistas, momentos de reflexión, pequeños espacios donde aprovecho para encontrarme conmigo mismo y buscar a Dios.
Sé que todo lo que Dios hace es perfecto a su tiempo, y que todo tiene su momento. NO alcanzo a comprender todo lo que implica esta experiencia aún, pero sé que es demasiado temprano para hacerlo y que las experiencias que se vayan dando se irán encargando de demostrármelo.
Mi trabajo es, de repente, un poco monótono, pero la calidad de personas que me rodean hace que se pueda obviar lo primero para disfrutar lo segundo.
Extraño mucho a mis amigos y a las personas que me rodeaban en Paraguay. No puedo negar que me siento, de repente, un poco y bastante solo. No es lo mismo iniciar nuevas relaciones en estas semanas que llevo acá y ya tener la misma confianza que no creo tampoco que llegue a tener aquí. Me dan muchas veces ganas de gastarme todo el saldo que tengo de la tarjeta telefónica llamando a Paraguay, pero no me da el tiempo, la tacañería me gana y además, sé que estoy acá y tengo que disfrutar. No puedo tener el corazón todo el tiempo en Paraguay.
En cuanto a mi vida espiritual, estar acá también implica toda una prueba y desafío. No puedo asistir (al menos hasta ahora) a una iglesia como a la que yo estoy acostumbrado, no estoy rodeado de un ambiente que me impulse a edificiar y fortalecer mi fe y mi relación con Dios, aunque por sobre todo, sé que Dios mismo está conmigo.
Estar rodeado de un ambiente secular implica un prueba, por supuesto. Significa no dejarte influenciar, sino al contrario, influenciar en los demás, guardar el corazón, los pensamientos, entender que uno está en el mundo sin ser del mundo, que el llamado de santidad de Dios a mi vida sobrepasa cualquier prueba, tentación u oferta que el mundo pueda plantearme. Demanda ser LUZ en la oscuridad, resplandecer con el amor y la Palabra de Dios... y eso sí cuesta, porque tendemos por lo general (yo, al menos) a mantener mi devoción pero guardándomela para mí mismo, cuando que Dios nos llama a sembrar la semilla.

Ah, otra cosa. Quiero resaltar también asimismo pensamientos que estuvieron circulando en mi cabeza en estas semanas a raíz de situaciones que se fueron dando.
Estuve leyendo un libro de JOhn Bevere llamado "Prohibido el acceso al enemigo", que fue de mucha bendición y edificación a mi vida. En uno de sus capítulos, hablaba acerca del poder de la rebelión, refiriéndose a que "El poder del pecado es la ley", como dice la Biblia en 1 Corintios 15:56.
En base a este versículo, estuve meditando y llegué a hipótesis o conclusiones que me parecen bastante interesantes, Este versículo me llevó a considerar la vida de una persona a la que conocí aquí, que se educó en un colegio cristiano en Paraguay, pero sin pertenecer a mi iglesia, y la de otras personas que estudiaron en el mismo colegio, pero bajo la estructura religiosa de sus familias y la iglesia.
Esta primera lleva una vida bastante interesante, ejemplar y moral, sin que pueda observar en su vida esta semilla de la rebelión. Su vida, me animo a decir, habla mucno mejor que la de algunas personas que recibieron una educación cristiana más fuerte. Sin embargo, muchas personas educadas bajo la estricta fe cristiana, solo reciben imposiciones de cosas que deben hacer y que no deben hacer, porque estan bien o porque estan mal, sin que se deje espacio a su libertad para decidir o para reflexionar y obedecer por convicción. Esto genera rebeldía y no obediencia. Dios busca obediencia por amor, no robots.
¿Por qué? Porque enfocamos demasiadas veces la educación cristiana en reglas, leyes y canones a los cuales debemos adecuarnos y pretendemos imponérselos a las personas, cuando que fuera de nuestro ambiente, las cosas no son así.
La Biblia es clara cuando dice que el poder del pecado no es la carne, la naturaleza pecaminosa, sino la ley misma. Mientras sigamos enfatizando nuestra educación cristiana en LEYES, estaremos generando rebelión. Cuando impulsemos la obediencia por el amor, fruto del conocoimiento de Dios, lograremos los resultados de la santidad que Dios demanda de nosotros y de las generaciones que nos entrega.

También aprendí otra cosa en estos días jugando ajedrez. Juego demasiado a la defensiva. Y me di cuenta que esto no se limita al ajedrez, sino a la vida misma. Siempre trato de defender algo, defenderme de algo, esperar la reacción de la otra persona para protegerme... Eso me hace daño. Así como perdí tres partidos de ajedrez de seguido, por jugar con esa táctica, cuando que tuve claras oportunidades de ganar en un principio, en la vida personal (en las otras áreas, no - aclaro -), píerdo demasiadas oportunidades de ganar por jugar con miedo, por no avanzar, por buscar el statu-quo defensivo, antes que ir a la conquista y a la ofensiva. Le pido a Dios que me ayude a desarrollar esa área del carácter que me falta.
Parte de mi plan es buscar técnicas para jugar mejor ajedrez e ir desarrollando ese paradigma de pensamiento a partir de acitividades simples y ociosas como jugar ajedrez aquí, lo cual me entretiene mucho.

En fin, me explayé bastante pero creo que expresé todo lo que tenía en mente.

Tengo muchas expectativas de lo que mi amado Padre Celestial haya hacer conmigo aquí y de lo vaya a vivir, y por sobre todo, tengo la certeza en la confianza de que cumplirá su propósito en mí y no desamparará la obra de sus manos. Y su voluntad, como dice Romanos 12:2 es buena, agradable y perfecta.

Ayer comencé el viaje espiritual de 40 días con el libro de Rick Warren: "Una vida con propósito". De entrada, ya me impresionó bien y empezó a dar respuestas a muchas de las interrogantes que hace tiempo tenía en mente.

Seguiré escribiendo más (espero), desde aquí, en directo desde lo alto de las montañas: Estes Park, Colorado.