martes, 7 de octubre de 2008
¿Por qué publicaciones antiguas?
Si de repente no quieren leer todo aquel texto largo y antiguo, pueden ir salteando hacia las publicaciones más nuevas, que fueron escritas en los últimos días.
Reflexión navideña
REFLEXIÓN NAVIDEÑA
Tenía hace bastante tiempo el deseo en mi corazón de compartir con mis amigos, compañeros y conocidos en general, un mensaje reflexivo y espiritual, que se hace mucho más propicio ahora con ocasión de la Navidad.
Muchos sí, muchos no, quizás, habrán alguna vez reflexionado sobre la realidad de la vida, de su sentido trascendente más allá de las emociones y vivencias que a lo largo de los años nos tocó, nos toca y nos tocará vivir.
Es común que la vida se nos presenta, o más bien, que la tomamos con un sentido de eternidad, como si fuera que nunca tuviera un final… que los placeres, que las vivencias, las posesiones y todo aquello que, de alguna u otra manera, tienen un determinado y/o elevado valor, estarán disponibles para nosotros por tiempo indefinido, indeterminado. Creemos que todo lo que podamos o lleguemos a ser, tener, alcanzar, experimentar tendrá duración perpetua y, de cierta manera, que la vida en sí se limita a eso, a actividades rutinarias que se repetirán siempre, que los placeres, riquezas, posesiones, etc. son el fin supremo que podemos alcanzar y nada más. Bueno, habrá excepciones de personas que persiguen un determinado ideal, un sueño altruista, un fin noble, pero al fin y al cabo, todo se limita a la vida aquí, en el planeta Tierra, sin más complicaciones que eso (¡como si no bastara!). De hecho que yo, también, me considero una persona que realiza ciertas actividades rutinarias, que persigo ciertos fines, que tengo sueños, anhelos, que busco caminar por la senda de la superación y la elevación personal.
La sociedad de hoy (o de siempre, no lo sé) nos enseña a "vivir" la vida. Con mayores o menores limitaciones morales, cada uno adopta su propio estilo de vida, su propia escala de valores, los sueños que decidirá perseguir, y así, podemos concluir que la vida se vuelve un ciclo, un círculo vicioso que se vuelve a repetir, con la "única diferencia" de las particularidades que cada persona toma para su propio existir.
Sin embargo, para sorpresa de todos (no tanto), para alegría de unos y lamento de otros, aunque toda esa vida de la que les estuve hablando puede estar bien, no todo termina con esta vida: nuestra realidad suprema no se limita a sólo esto. Esta vida es pasajera, efímera y, a más de eso, tan sensible que la podemos perder en cualquier momento, ¿acaso no? Esta vida en la tierra que tanto amamos, que tanto cuidamos, por la que tanto nos esforzamos (sin significar que eso está mal) no la tendremos por siempre y no significa el todo de nuestra existencia. ¡No! Hay una realidad superior que ignoramos, o que puedo deducir que ignoramos por el estilo de vida que llevamos, que es necesario comprender para poder, en verdad, "vivir" esta vida con un sentido de transitoriedad y a la vez existir con un sentido de eternidad.
Aunque no lo creamos o no lo pensemos con frecuencia, la muerte física puede sorprendernos en cualquier momento y cuando menos la esperamos. Para muchos, quizá, su encuentro con ella será durante la ancianidad; para otros, durante la adultez; para otros, durante la juventud. El tema es que no sabemos cuándo ni nunca lo sabremos hasta que nos llegue ese momento, el cual será demasiado tarde como para reflexionar sobre eso.
Solemos prepararnos para todas las etapas de nuestra vida, solemos proyectar lo que haremos de aquí a un período de tiempo, solemos pensar qué carrera seguir, qué rumbo laboral tomar, qué sueño o proyecto emprender, pero – me atrevo a decir – no acostumbramos planificar, ni siquiera pensar, acerca de aquel único suceso con el cual tendremos que enfrentar indefectiblemente, como mortales que somos: la muerte (valga la redundancia).
Sí, queridos amigos, tendremos que enfrentar la muerte y nunca nos hemos preparados para eso, nunca hemos planificado nada al respecto, y lo más sorprendente de esto, es que ese día no podrá ser evitado, pues se trata de una ley que trasciende los límites de lo natural y es parte del orden establecido que rige a todos los seres vivientes y, por tanto, por nadie podrá ser burlado.
Y lo más importante de esto es que, producida la muerte, se activará la verdadera realidad que, aunque no vemos, es lo que en verdad "es".
No somos solamente materia, no somos solamente este cuerpo que con los años se envejece y luego de muertos empieza a descomponerse. Tenemos un componente espiritual, donde se encuentra realmente nuestra esencia que, si bien lo solemos tener dormido mientras transitamos por la tierra, irremediablemente será activado cuando nos llegue la muerte.
Yo te pregunto ahora: ¿Cuán preparado creés que estás para ese día? Y obviamente no te estoy pidiendo que me des una respuesta a mí, sino a vos mismo. ¿Cuán listo estás para morir? ¿Alguna vez pensaste que la muerte podría estar tan cercana a vos y que, sí o sí, llegará el día en que te enfrente? Lo cierto es que podés morirte hoy como dentro de 90 años, también, pero el tema es que no sabés cuándo. Puede ser hoy.
Existe una vida más allá de esta vida, y esa vida es la "verdadera vida", tu destino final no son los sueños que logres realizar en la tierra, sino el paradero al que llegues una vez concluida tu peregrinación aquí y el día en que mueras, será demasiado tarde como para que puedas reflexionar al respecto, porque todo ya estará dicho y determinado acerca de lo que sea "tu vida", a partir de ese momento.
Sin embargo, HOY estás a tiempo. Hoy podés darte cuenta de cómo estás viviendo y cómo tendrías que estar viviendo. Hoy podés cambiar de rumbo y dejar de vivir la vida en la tierra con sentido de eternidad y empezar a darte cuenta de su transitoriedad y de la existencia de la vida que sí es eterna y que, llegado el día, tendrás que "empezar a vivir" y para siempre. Y Dios está interesado en que tomes conciencia de esto, porque tu vida cuelga de un hilo (la de todos los seres humanos) y es tiempo de abrir los ojos, y ver y empezar a caminar rumbo a la eternidad.
Dios está interesado en que dejes de ignorarlo o dejes de tomarlo como un accesorio de tu vida, para que puedas conocer la Verdad y vivir conciente de que Él es quien sostiene el universo en sus manos, de que es Él quien sostiene tu vida en sus manos y de que lejos de Él, corrés serios peligros.
Cuando te mueras, tu espíritu va a seguir viviendo, o sea, vos vas a seguir existiendo. Sólo existirán dos posibles destinos finales para tu vida: la eternidad con Dios o la eternidad sin Dios. La eternidad con Dios es lo más sublime, perfecto, agradable y maravilloso, que incluso supera la capacidad máxima de lo bello que la mente puede imaginar. A contrario sensu, la eternidad sin Dios es lo más repugnante, patético, doloroso y feo, que aún la mente humana no puede alcanzar a comprender. Este mundo espiritual, que es lo que en verdad "es", funciona bajo principios absolutos que no admiten término medio; funciona con superlativos. Así como la eternidad con Dios será lo mejor, la eternidad sin Dios será lo peor. Uno de los destinos será el tuyo.
Acerca de eso, principalmente, vengo a hablarte, porque es el anhelo de Dios lo mejor para vos: eso es la eternidad con Él. Sin embargo, eso no va a darse de manera automática y sin que medie la voluntad con la cual Dios te creó. Por eso, respecto a lo que será tu eternidad, tendrá vital importancia la decisión que vos tomes.
No es cierto que todos los caminos conduzcan a Roma, como muchos afirman. El relativismo en lo espiritual no existe. Las cosas son blancas o son negras, y creo que aquí viene el quid de la cuestión: hay UN camino que nos lleva a esa eternidad con Dios, con el Creador que nos dio la vida y que hizo el cielo, la tierra y el mar. Este es el mejor destino que existe para nosotros y éste debe ser el tuyo, pero eso va a depender exclusivamente de vos.
Ese único camino es JESÚS y acerca de Él quiero hablarte. Aquí la reflexión va relacionándose con la Navidad y empezaré a ser claro con el fin que persigue este texto. Jesús es el camino para llegar al cielo, a la que tiene que ser nuestra morada eterna. Él es el camino a la eternidad con Dios y, si quieres llegar a ella, no habrá otra ruta que puedas tomar.
A causa de nuestra indiferencia hacia Dios, de nuestro rechazo hacia Él y hacia lo que Él mismo estipuló como reglas para nuestra estadía aquí en la tierra, Jesús – el Hijo de Dios –, decidió venir en forma humana a la tierra, de concepción virginal. Nació de María en un pesebre de Belén (Israel) hace más de dos mil años y su propósito fue comprar la salvación y la reconciliación de todo el género humano con Dios a través del sacrificio expiatorio que hizo en una cruz romana, lo cual, aunque le costó mucho, lo logró. Así, de esta manera, abrió el camino de la salvación a nosotros, para que pudiéramos caminar rumbo a la eternidad con Dios.
En esto está el verdadero sentido de la Navidad, pues en su vida, muerte en la cruz y posterior resurrección, está la magnífica oportunidad que tenemos de reconciliarnos con Dios, a quien todos – absolutamente todos – hemos fallado y desobedecido, en mayor o en menor cuantía, tal vez.
Ese Jesús, que hoy resucitó y está en los cielos, es quien te dio la oportunidad de salvarte de una terrorífica eternidad sin Dios. ¿Por qué terrorífica, si Dios es tan bueno? Porque donde falta Dios, todo es negro, vacío, terrorífico, etc., puesto que si su presencia es lo mejor que puede existir, su ausencia es lo peor. Y ¿por qué Dios falta allí? Porque fue rechazado por las personas y la eternidad es "eterna".
Es grave esta situación justamente por eso, porque la eternidad es eterna, y por ende, el dolor será eterno. Pero como te dije antes, hoy estás a tiempo de cambiar de rumbo. Hoy estás a tiempo de que la eternidad sea diferente para vos, abriéndote a Jesús y reconociendo que mediante lo que Él hizo en la cruz tenés la posibilidad de vivir una eternidad con Dios, es decir, reconociéndole como Salvador y que le necesitás. Eso es tan sencillo como complicado. Tan sencillo porque sólo requiere tu fe y tu entrega a Él, tan complicado porque requiere dejar de lado tu orgullo y tu autosuficiencia, para admitir lo débil que sos y cuán necesitado de Dios estás. Sin embargo, es la única y mejor salida que tenemos los seres humanos, la mejor esperanza que hay, el mejor destino que podemos alcanzar, del cual ni siquiera podemos hacernos idea, sino sólo saber que existe y que será nuestro paradero por siempre.
Pero nada de esto será mágico ni automático. Si de tu parte no hay una decisión que responda a este llamado, seguirás viviendo la ilusión de que esta vida terrenal es todo y estarás caminando, sin lugar a dudas, a una eternidad sin Dios, aunque no lo creas.
Hoy tenés la oportunidad de cambiar de rumbo, mediante la decisión de aceptarle o de rechazarle a Jesús. Yo un día lo acepté y cambió mi vida. Voy rumbo a la eternidad con Dios, al mejor destino, pero mientras tanto, la vida aquí en la tierra adquiere nuevo significado, porque Él vive en mí y con Él todo es diferente. Sigo teniendo problemas, sigo enfrentando conflictos, siguen existiendo luchas, pero con Jesús adentro, las cosas se tornan muuuuuy diferentes, pues la óptica desde la cual se percibe esta realidad terrenal es muy diferente.
Festejar la Navidad no tendrá sentido si Jesús no nace en tu corazón, porque será celebrar un motivo en el cual no tenés parte, porque así vos lo decidiste.
Creo que logré transmitirte lo que estaba interesado en transmitir y me siento más tranquilo. En tus manos está una llave que puede llevarte al mejor estilo de vida que se pueda vivir: la vida con Dios y rumbo a la eternidad con Dios. Jesús es el camino y vos podés empezar a vivir esa vida, abriéndote a Él, reconociendo la necesidad de salvación que tenés y que sólo Él te puede dar, y invitándole a Él a que entre en tu corazón. Tan sencillo como complicado, ¿verdad?
Ese es el primer paso para iniciar la mejor vida que puedas vivir. Habrá muchos más que te enseñarán cómo vivir esa nueva vida que decidiste tomar, pero por supuesto, no puedo resumir todo en un mensaje, para no hacértelo demasiado largo.
Me gustaría que, si aceptaste el mensaje y el desafío que te acabo de transmitir, puedas responderme este e-mail. Me alegrará mucho.
Que Dios te bendiga, que puedas pasar una Feliz Navidad, con Jesús en tu corazón y ojalá puedas ser parte de las personas que se entregan a Él. No habrá nada mejor para vos.
Con mucho cariño y respeto,
José Rafael Agüero Avila
(Coco)
El compromiso, la visión y las metas
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El compromiso, el pacto y la promesa
Este fue enviado el 22 de agosto de 2003.
El compromiso y las llaves del Reino
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Un pacto contigo
Lo escribí en el medio del desierto
Que sea de motivación para muchos!
parece difícil encontrar la felicidad en el lugar que quiero
parece difícil retornar atrás y comenzar de nuevo
como si nada de lo que paso realmente ocurrió
como si el ayer no existiera y el hoy en realidad es un nuevo comienzo
quiero escapar de la burbuja que creé
quiero ver las cosas, ver la vida
con otros ojos
pensar que nada ocurrió, pensar que todo comienza de cero
pensar que la vida me espera, que una oportunidad más tengo
para ser lo que yo quiero, para expresar lo que siento
para caminar distinto, caminar seguro, caminar con Cristo... libre
aún este deseo no pasa mucho más allá que palabras
pero es un despertar, un fuerte deseo que brota y explota
que busca salida, que busca respiro
para encontrar un oasis en medio del desierto
que me guíe a tierras nuevas, horizontes nuevos
que me guíe a la libertad que tanto anhelo
a la vida que deseo, con Cristo en el centro y santidad bien adentro
derecho, hacia adelante...
derecho, ¡vamos, que se puede!
Más que aquel sentimiento...
...Amar es más que un pretexto
Es una entrega, es un negar
Más que aquel sentimiento,
es la decisión de amar.
Las emociones no duran para siempre, pero una decisión sí.
Nuestro amor y nuestra devoción al Señor no puede estar basada en las emociones del culto del fin de semana pasado que, si bien no están mal, no pueden ser la base de nuestra estabilidad espiritual.
Particularmente, en este momento de mi vida, puedo cantar con Alex Campos la frase del tema que cité... "ES LA DECISIÓN DE AMAR".
Imagino que en un matrimonio es igual. La perseverancia y la indisolubilidad del matrimonio se mantiene mediante decisiones y no meramente emociones.
Las emociones pueden ser reflejo de una decisión, pero incluso cuando ellas falten, la decisión debe permanecer inalterable.
Amar a Dios es rendirnos a su voluntad, es obedecerlo, es incluso honrarlo cuando no "sentimos" nada... sencillamente por una decisión de fe que tomamos, por quien Él es y por lo que hizo por nosotros. ¿Acaso algo más sublime y más maravilloso que el amor de Dios hacia nosotros demostrado en la cruz de Jesús?
Por eso, por quien Él es y por lo que hizo por nosotros, mi amor por Él es hoy y debe ser siempre... "más que aquel sentimiento... la decisión de amar".
Te amo, Señor.
sábado, 4 de octubre de 2008
Razones pa vivir
Pero más allá de las emociones circunstanciales, existe una Verdad absoluta: JESUCRISTO.
Comparto esta canción que refleja una gran realidad de parte del Señor, y me motiva una vez más, a seguir firme en el camino que hace más de 6 años decidí seguir: el camino de Jesús.
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RAZONES PA VIVIR
Jesús Adrián Romero
Me has dado tanto que no se
como expresar mi gratitud
por lo que has hecho tu por mi
Me diste amor me diste paz
tomaste de tu plenitud
para llenarme de tu luz
Mi corazon se ha acostumbrado a asi vivir
rodeado de tu bendicion en mi existir
CORO
Tengo razones pa' vivir
tengo canciones pa' escribir
tengo una voz y un corazon
tengo un camino pa' seguir
tengo un amor pa' compartir
tengo una voz y un corazon
Me has inundado de tu amor
de tu ternura y comprension
de tu cuidado y tu calor
Cada mañana puedo ver
cuando respiro y miro el sol
que permaneces siempre fiel
Mi corazon se ha acostumbrado a asi vivir
rodeado de tu bendicion en mi existir
CORO
Tengo razones pa' vivir
tengo canciones pa' escribir
tengo una voz y un corazon
Tengo un camino pa' seguir
tengo un amor pa' compartir
tengo una voz y un corazon
Conflicto de ideas
La mente da vueltas. El pensar puede ser un aliado o un enemigo. Aliado como herramienta de desarrollo.... Enemigo, cuando te controla. Hoy fue uno de esos días en que parece que tenés en la mente un remolino de pensamientos, un conflicto de ideas contradictorias.
De vuelta, vuelven dudas por aclarar, enigmas por resolver, posturas por conciliar, reproches, confusión.
Creo que en medio de este laberinto, sería bueno en algún momento dejar de pensar, descansar en Dios.... sencillamente creer, entregarme, obedecer. Amar a Dios, amarme a mí mismo, amar su obra en mí. Darle mi vida, mis talentos, mis ideas, mis pensamientos. Rendirlos a los pies de la cruz.
Quizá un elemento importante de todo esto sea dejar de mirar hacia mí mismo y a mi alrededor, y tener los ojos puestos en Él. Desde esa posición, junto a Él, las cosas se ven con otra perspectiva.
Pero las ideas vuelven y se cruzan. Las emociones no deben controlarme... los pensamientos tampoco. Solamente la Palabra de Dios.
Acá estoy, otra vez... más sediento.
Solo necesito de vos, Señor.
Un cambio de parecer sobre mi generación
Es cierto que lo bueno y lo malo existe, y que no existen puntos intermedios entre ambos. Pero a la par existen patrones culturales que no tienen que ver con conductas positivas o negativas, sino con medios para expresar conductas y mensajes. Estos medios no son en sí mismos ni buenos ni malos, sino en la medida de su efectividad para comunicar conductas o mensajes, los cuales sí pueden ser buenos o malos.
Frecuentemente, me veía rodeado por el pensamiento de que la generación actual era indiferente hacia Dios, irreverente y, por ende, que la obra de Dios se estaba debilitando a causa de no existía una juventud realmente entregada a él. Esto, quizás, como consecuencia de no entender los cambios culturales propios del posmodernismo en que viven, o de creer que los gustos y tendencias de una tradición ya pasada sean equivalentes al gusto de Dios o al concepto de santidad.
Dios realmente hizo pedazos mis odres viejos (valga decir, mi mente) para que pueda recibir el vino nuevo. Es imposible enfrentarse a la sociedad del siglo XXI con una mentalidad del siglo anterior, de tiempos anteriores. Es sumamente difícil discipular y trabajar con esta generación, siguiendo patrones ya vetustos e inaplicables para estos tiempos.
El mensaje no ha cambiado. La verdad de la Palabra de Dios sigue siendo la misma. La necesidad primera, fundamental y última del corazón humano es y será siempre encontrar a Dios y hallar en Él, el sentido verdadero de la vida.
Pero el envoltorio debe cambiar, porque la sociedad ha cambiado. Los patrones de comunicación no son los mismos, ni las costumbres, ni el lenguaje, ni las estructuras de pensamiento.
No debemos ver en sí mismo al posmodernismo como un arma en contra de Cristo y su Palabra. Ninguna estructura social en sí misma lo era. El conservadurismo que todavía pelea por subsistir no era precisamente el modelo social más apropiado a la Palabra de Dios, porque realmente era la máscara de una sociedad moral por fuera, pero podrida e hipócrita por dentro. El progresismo en sí mismo no es negativo, sino más bien una nueva actitud hacia la vida, y que no necesariamente contradice el Evangelio.
Los jóvenes de esta generación realmente anhelan y necesitan a Jesús, por el hecho de ser humanos y ser creados por el Padre con "el mismo vacío con el tamaño de Dios" que todos los seres humanos. No los juzguemos por no encuadrarse a estereotipos tradicionales no precisamente bíblicos, sino abrámosle las puertas de nuestro corazón para creer en ellos y darles el lugar que el corazón de Dios les da.
Me sentí muy desafiado y trastocado en mi manera de pensar con respecto a cómo ver a esta generación, tras volver de la "Convención Internacional de Liderazgo Juvenil", en Mendoza - Argentina, la pasada semana, y al culminar de leer recientemente el libro "Cambio de bastón", de Peter Lyne, el cual lo comencé a leer sin necesariamente comprender cabalmente el contenido del mismo. Rara coincidencia, o más bien, una oportunidad más que me dio Dios para adaptarme a los cambios y renovar mi entendimiento.
Es sumamente fácil mirar a esta generación, condenarla y decir que "está lejos de Dios" o que "los jóvenes cristianos no están interesados en las cosas de Dios", etc, etc. Es muy fácil juzgar. Siempre lo ha sido. Es fácil mirar con nuestros ojos humanos limitados y con nuestra mente terrenal tan finita. Lastimosamente, o mejor, AFORTUNADAMENTE, la mente de Cristo (perfecta y la que dice la Biblia que como hijos de Dios tenemos) es distinta. Dios ve y llama las cosas que no son como si fuesen. Me animo a decir que nuestro Papá Dios tiene más esperanzas en esta generación que en las anteriores, que quizá tuvieron más apariencia de piedad.
Me sorprendió mucho la comparación que hacía Peter Lyne en su libro, acerca de las generaciones y Abraham, Isaac y Jacob. Aquel que dio nombre a la Nación que Dios eligió como pueblo suyo y para que viniera el Salvador, fue Jacob. Ya no siemprea a lo largo de la Biblia se sigue diciendo con asiduidad el "Dios de Abraham, Isaac y Jacob", sino más bien, el Dios de Jacob o Dios de Israel.
Jacob, cuyo propio nombre significaba "suplantador" o "engañador", fue el elegido para ser el Padre de un país, del pueblo elegido por Dios. Su nombre y su "foja de servicios" no era precisamente la más apropiada para un siervo de Dios. Sin embargo, lo fue y hasta hoy su nombre sigue figurando en el mapa como el nombre de un Estado. Dios le cambió el nombre y cambió todo en él, pero ese cambio y esa transformación se dio entre Dios y Él... no estuvieron Isaac, ni Rebeca ni Esaú. El trato de Dios con Él fue personal.
Hoy, después de todo lo que Dios me hizo aprender con este proceso, puedo ver a mi generación, a mis hermanos en la fe y ya no juzgar... sino ver el potencial y el llamado que Dios tiene para cada uno de ellos en particular, y colectivamente, como generación (dentro de la cual me incluyo).
Basta de juicios, prejuicios y reproches. Voy a ver lo que nadie vio... lo que ya vio Dios. Voy a creer y llamar las cosas que no son como si fuesen. Tengo esperanzas en esta generación, porque Dios la tiene. Y soy parte de ella. Es la generación de la esperanza... la que va a impactar esta nación y hasta lo último de la tierra. Así Dios lo decidió y programó, aunque nuestra mente finita no lo entienda.