martes, 27 de abril de 2010

De regreso a la vida cotidiana

El 17 de abril, a la noche, pisé de vuelta, el suelo paraguayo tras cuatro meses de ausencia. Si bien ya sentía la ansiedad de volver durante los últimos días en Estados Unidos, me generó un shock emocional estar de vuelta en mi país, regresar a la vida cotidiana.

La vida de "turista", por llamarla así, que estuve llevando en Estados Unidos se convirtió ya es costumbre para mí. Dicen que un hábito toma 30 días en consolidarse. Yo estuve 121 días en EE. UU., es decir, me adapté a un estilo de vida distinto.
Volver a casa y adaptarme a lo que era y es mi vida aquí me sigue costando mucho.

Siento que acá todo es distinto. Me cuesta aceptar que las cosas no funcionen aquí con la misma eficiencia que allá. Me cuesta aceptar que tengo que pertenecer a algo, cuando que estando allá, me sentía tan libre, que no era de nadie, sino podía volar a donde me lleve el viento, por expresarlo de una manera. Desarrollé de vuelta un sentido tan amplio de mi libertad, de poder irme de un lugar para otro, sin que nadie esté pendiente de mí... y no puedo negar, me encantó. Me gustó no ser de nadie, solo de Dios. Me gustó no pertenecer a ningún lugar, sino ser un aventurero de la vida.

Aquí no puedo ser así. Aquí pertenezco a una familia, a un grupo, a una sociedad, a un país. Aquí vivo con mi familia, hay reglas de convivencia que cumplir. Aquí tengo que ser la persona que siempre fui... y cuesta volver a ello cuando ya te habías desacostumbrado a esa situación.

A una semana y media de haber vuelto, todavía me siento raro y lentamente voy adaptándome a lo que es mi vida cotidiana. Estoy tratando de ponerme al día con la Facultad, viendo qué voy a hacer con mi vida laboral, pidiéndole a Dios que me abra puertas, y encomendándome a su voluntad.